La procesionaria del pino o Thaumetopoea pityocampa es una plaga muy común en pinos, especialmente en la cuenca mediterránea, aunque también se pueden encontrar en regiones del norte del país. Sus daños son visibles tanto en pinos ornamentales en zonas urbanas, como en bosques de pinos, pero los daños más graves los puede provocar en los animales o los humanos que entren en contacto con ellas. Para poder prevenirlo, es importante entender el ciclo de la procesionaria.
Cuál es el ciclo de vida de la procesionaria
El ciclo vital de la procesionaria empieza en su forma de oruga durante los meses de invierno, que es cuando fabrican en comunidad sus nidos en las ramas de los pinos o en otros árboles cercanos.
Las orugas pasan los meses fríos en esta especie de bolsa y cuando llega la primavera, las que han sobrevivido descienden en forma de procesión para buscar el lugar más adecuado para enterrarse y formar la crisálida.
En verano se habrá completado su transformación y con la llegada del calor la crisálida se abre y emerge la mariposa procesionaria, de colores pardos y hábitos nocturnos. Si las condiciones climáticas son adversas, la oruga puede vivir en la crisálida hasta un año entero. Una vez desarrollada como mariposa se aparea y pone sus huevos, en puestas de hasta 300 huevos, que se quedan adheridos a las agujas de los pinos y eclosionan al cabo de un mes, comenzando de nuevo el ciclo biológico de la procesionaria del pino.
Qué daños produce y por qué debemos controlarla
El mayor daño de la procesionaria se produce durante su estado de oruga. Su cuerpo está cubierto de pequeños pelitos urticantes que le sirven como defensa ante los depredadores. Estos pelos se desprenden de su cuerpo a su paso y suelen estar presentes en los árboles infestados, en la línea de la procesión por el suelo o en el aire en las proximidades de los nidos, incluso durante el invierno.
Si los animales o los humanos entran en contacto con estos pelos, puede dar lugar a reacciones alérgicas de diferente gravedad que puede ir desde una leve irritación hasta un shock anafiláctico severo, e incluso neurosis de la zona afectada. La erupción es dolorosa, con una fuerte comezón y puede prolongarse varias semanas, en cualquier caso, conviene consultar con un médico de inmediato, o acudir al veterinario de manera urgente.
Por este motivo es tan importante controlar esta plaga, que puede aparecer incluso en los árboles en parques urbanos muy transitados.
Control de la procesionaria: ¿existe alternativa ecológica?
La forma más radical de controlar la procesionaria es la retirada de los nidos (con las máximas precauciones) y la fumigación de la zona. Sin embargo, existen métodos ecológicos y naturales que pueden ayudar a mantenerla a raya. A pesar de su peligrosidad, la procesionaria tiene enemigos naturales.
Algunos le provocan enfermedades, como el Bacillus thuringiensis, una bacteria que se utiliza como alternativa al plaguicida. Otros se convierten en parásitos y las destruyen, como los himenópteros o los dípteros, en las diferentes fases del ciclo de la procesionaria.
También tienen depredadores, especialmente insectos. Las chicharras por ejemplo se comen sus huevos, por lo que ayudan a disminuir la población. Las aves insectívoras también son de gran ayuda para acabar con las plagas de procesionarias. Los que más insectos comen son las abubillas, los herrerillos y los cucos, y se puede fomentar su presencia colocando nidos artificiales en las zonas de pinos.
Como vemos, el ciclo de la procesionaria tiene varias fases, pero es la oruga la que más daños provoca. Para evitar lesiones en la piel y reacciones alérgicas, es importante mantener esta plaga bajo control.