La mayoría de las plantas acidófilas que podemos encontrar en cualquier vivero provienen de países alejados, especialmente de Asia. Hortensias, camelias y rododendros son algunos ejemplos de variedades asiáticas muy comunes en nuestros jardines. En España también podemos encontrar plantas acidófilas, especialmente en zonas montañosas de la mitad norte peninsular, como el brezo, algunas sabinas y las hayas.
Son plantas con requerimientos específicos, ya que no se adaptan con facilidad a suelos calcáreos, pudiendo presentar clorosis (amarilleamiento) en sus hojas, afección que puede perjudicar el desarrollo de la planta. Por lo general, los ambientes húmedos y con sombra son los más favorables para su crecimiento.
Qué son las plantas acidófilas
El pH es una característica química muy importante del suelo, ya que condiciona la solubilidad de los nutrientes y su absorción por las raíces de la planta. Se expresa con un número que oscila entre 1 y 14, aunque en el 99 % de los casos varía entre 3 y 9, siendo el 7 el valor considerado neutro. Por debajo de 7 el pH es ácido y por encima básico o alcalino. De este modo, las plantas que prefieren sustratos con pH inferior a 6.8 se denominan acidófilas, las que prefieren suelos con un pH superior a 7 basófilas (o calcícolas, ya que suelen ser tierras ricas en carbonato cálcico) y las que requieren un pH con nivel neutro, entre 6.8 y 7.2, reciben el nombre de neutrófilas. Asimismo, podemos encontrar plantas que aguantan bien un amplio rango de pH, como el manzano o las lilas.
Tipos de plantas acidófilas
Podemos clasificarlas en función de la acidez del suelo requerida.
Suelos fuertemente ácidos
En este grupo encontramos plantas que necesitan un suelo con pH entre 4.5 y 5.2, como la erica, los anturios, el jacinto o el rododendro.
Suelos ácidos
Especies vegetales que requieren suelos con pH entre 5.3 y 6 como algunos helechos, la planta cebra o la linterna china.
Suelos débilmente ácidos
Son plantas que se desarrollan en suelos con un pH que varía entre 6.1 y 6.8, como la violeta de los alpes, las echeverias o los lirios.
Sustratos para plantas acidófilas
Si el pH del suelo en el que pretendemos cultivar estas plantas es demasiado alto, tendremos que acidificarlo. Podemos encontrar sustratos específicos para plantas acidófilas, como la tierra de brezo, tierra de castaño, turba rubia o la pinocha (manto de acículas de pino). También podemos incorporar al sustrato ciertos compuestos químicos que favorecen su acidificación, como el sulfato de hierro o el ácido cítrico, o bien, añadir al suelo una parte de los sustratos específicos que ya hemos comentado.
En cuanto al riego, las plantas acidófilas necesitan un agua blanda, pobre en carbonatos. Si, por el contrario, solo disponemos de agua dura, con alto contenido en carbonatos, es necesario acidificarla añadiendo quelatos de hierro o ácido cítrico. Una manera de prescindir de químicos, si el agua de riego es demasiado dura, es utilizar el agua de lluvia, buscando alguna forma de almacenarla.
Muchas de las plantas más vistosas en jardines y macetas son acidófilas, por lo que es interesante aprender a manejarlas. Una vez que elijamos la que queremos cultivar, debemos conocer sus requerimientos, entre ellos el pH del sustrato que necesita y cómo medirlo y regularlo para que crezca sana y florezca en su máximo esplendor.