Realizar el trasplante de un ficus o un bonsái es importante para la salud de la planta, ya que es un gesto que beneficia a las raíces. Además, aprovecharemos para cambiar el sustrato por uno más fértil, con buen drenaje, y desinfectado.
Cuándo trasplantar un ficus o bonsái
Una de las dudas más frecuentes es cuándo trasplantar un ficus o un bonsái. Las raíces de los árboles crecen para buscar el agua y los nutrientes que necesita para vivir, y por lo tanto, cuando se desarrolla dentro de una maceta, sus raíces crecen y se expanden hasta ocupar todo el espacio disponible.
Mientras tanto, la tierra va “envejeciendo” y desgastándose hasta que llega un punto en el que no puede proporcionar suficientes nutrientes al árbol. Esto se percibe fácilmente cuando al regar la maceta, el agua penetra muy lentamente en la tierra. Si al levantar el árbol de la maceta, comprobamos que las raíces se han convertido en un ovillo enmarañado, es conveniente realizar un trasplante.
La frecuencia para trasplantar bonsái y ficus dependerá un poco de la especie. Las de crecimiento rápido pueden necesitar un trasplante anual o cada 2 años, mientras que en los especímenes más maduros, se puede espaciar entre los 3 y los 5 años. Aun así, el criterio a seguir para saber si hay que trasplantar o no, es comprobar visualmente el estado de las raíces, tal y como hemos mencionado. El momento ideal para proceder al trasplante, es al final del invierno o el principio de la primavera, cuando el árbol despierta y comienza una nueva etapa de crecimiento.
Pasos para trasplantar un ficus correctamente
El método para el trasplante de un ficus o un bonsái es sencillo. La maceta nueva no debe ser mucho más grande que la anterior, apenas entre dos y cuatro dedos, para permitir que las raíces puedan aprovechar el nuevo sustrato, y debe tener los agujeros de drenaje descubiertos. Una vez tengamos la maceta adecuada, seguiremos los siguientes pasos:
- Introducimos una capa del nuevo sustrato en la maceta, con un espesor similar al que tenía en la maceta anterior, de forma que el ficus no quede más enterrado o al menos no más de un par de centímetros.
- Después retiramos el ficus o el bonsái de su antigua maceta con mucho cuidado para no dañar las raíces. Con ayuda de unos palillos, retiramos el sustrato viejo adherido a las raíces para que estas puedan entrar en contacto con la nueva tierra.
- Centramos el cepellón en la maceta nueva y rellenamos con sustrato fresco por los lados, procurando que este penetre por toda la maceta pero sin apretar, ya que debe quedar esponjoso para que las raíces permanezcan bien aireadas.
Una vez realizado el trasplante del ficus en maceta, regaremos para que el sustrato se humedezca. El abonado no será necesario hasta pasado un tiempo, ya que este tipo de sustratos están enriquecidos con fertilizantes. Si al cabo de varios riegos, la tierra se ha compactado y ha descendido el nivel, se puede rellenar con una capa más.